SANTIAGO – TRINIDAD

Proseguimos viaje hacia la punta más oriental del país. Dejamos atrás la bahía de Guatánamo (no se permite el paso a la base naval estadounidense). Paramos en uno de los campismos que el Estado tiene por toda la Isla. Lo que en un principio se auguraba como una noche tranquila, acaba convirtiéndose en una gran fiesta. Han llegado tres autobuses con estudiantes de la zona y como además es viernes, a celebrarlo de la mejor forma que saben hacerlo, moviendo la cintura.

Hemos logrado dormido algo, son las 5,30 y toca subir “La Farola” (supuestamente el Tourmalet del Cuba). Son unos veinte kilómetros de subida, pero contamos con mucho desarrollo y ninguna prisa. Por el camino nos llevamos una gran sorpresa al reconocer un ruido que nos resulta familiar. Se trata de goitik-beheras que por estas altitudes se siguen utilizando para transporte material y personal. Un largo descenso nos conduce hasta Baracoa, una de las villas más antiguas de la Isla. Es fin de semana y la ciudad nos recibe con orquesta en la calle, - demasiado para nuestros fatigados cuerpos -.

Veinticinco kilómetros al norte encontramos una de las playas más lindas de Cuba, playa Maguana. Entre nuestro exiguo equipaje llevamos careta, tubo y pata-ranas para bucear. A unos 50 metros de la playa hay un arrecife de coral. Nos acercamos nadando para admirar este increíble mundo submarino.

Nos pena dejar el lugar pero hoy pretendemos llegar a Moa, (una de las ciudades más contaminadas de Cuba). Al no tratarse de lugar turístico cuesta encontrar un lugar dónde dormir. A mediados de los 90 el Estado permitió a sus ciudadanos abrir pequeños negocios. La mayoría se decantaron por pequeños restaurantes paladares o por el alquiler de habitaciones. Para ello tienen que pagar fuertes impuestos en dólares, tengan o no clientes, por lo que es arriesgado abrir negocios en lugares sin cierto atractivo turístico.

Por suerte Bismark, un ciclista con el que compartimos los últimos kilómetros y sus amigos nos buscan una casa por 5 dólares. Para nuestra sorpresa, la dueña se va dejándonos la casa para nosotros solos. Tenemos sueño y mañana nos toca madrugar. Pero es imposible acostarnos temprano, hay baile en la plaza y nos vuelven a dar las tantas conversando y respondiendo cantidad de preguntas a las que somos sometidos.

Proseguimos ruta dirección oeste. Pero el camino va perdiendo interés, se trata de una extensa zona interior, extremadamente llana, acompañada únicamente por inacabables plantaciones de caña de azúcar. Tras una breve jornada en bici, tomamos un autobús con el que damos un salto hasta Trinidad.

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MAPA DEL RECORRIDO

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